El estreno de un display de alta calidad de imagen a un tamaño impresionante para lo que uno está acostumbrado a ver en Uruguay, parecía una buena forma de terminar un día que empezó golpeándome temprano.
Fue sorpresa cuando iba a ser al fin un día que saliera con tiempo para llegar tranquilo y sin embargo estaba encerrado en casa sin llave para salir.
Sorpresa cuando di el tercer bocado a mi improvisado amuerzo al pan y resultó que estaba en medio de una reunión de trabajo.
No fue sorpresa el viaje de todos los días corriendo contra las horas. Pero sí fue sorpresa otra vez cuando al salir por fin organizando la actividad nocturna, me encuentro que dejé las luces prendidas del auto durante horas y no arranca, por más que lo tire 2 cuadras en bajada hasta el puerto, la batería está muerta. Le queda solamente la energía necesaria para hacer sonar la alarma a full frente a la estación de Policía, pero no le queda energía para apagarse.
Sorpresa entonces otra vez, cuando llego a casa de vuelta y veo el tablero electrónico del Estadio Centenario encendido. Aquel tablero que regaló Venezuela, el que iban a estrenar para el partido por Eliminatorias a fines de Mayo. El que va lucir a toda resolución los gráficos de Cymaco Repuestos, el que va decir Coca-Cola sin parar, el que hace 4 horas pasa los 3 videos de prueba que venían con el chip. Sopresa ahora parece que está faltando el dispositivo interruptor que les va permitir apagarlo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Anónimo
Said
Una vez mi viejo me dijo que con el nuevo tablero electrónico que habían traído (para la Copa de Oro: Uruguay, Uruguay te queremos) ya no sabríamos al instante cómo van los partidos en las otras canchas si no llevábamos una radio.
Es que el tablero de la Amsterdam tenía eso y dos relojes que funcionaban como tales para dar la hora oficial y los minutos de cada tiempo. Es cierto que era analógico ese tablero: se veían las manitos cambiando el número correspondiente cuando había un gol en una cancha chica (de Gary Castillo en el parque Fossa, por ejemplo).
Sorpresa que en el transcurso de los años nunca se pudo ver cuántos minutos iban: primero porque no funcionaba el reloj, luego porque no se podía avivar a los jugadores (uruguayos tan proclives a "hacer tiempo").
Sorpresa desagradable el día que la sirena del tablero (para que los espectadores miraran algo que había cambiado) se rompió y sonó durante una hora.
Ahora me doy cuenta que tal vez se le gastó la batería y por eso no podía parar de sonar hasta que se gastó del todo.
Anónimo
Said
Sorpresa cuando anoche estaba comiendo unas pizzas en la vereda de un bar, y al pasar un 526 hizo vibrar a un tico de tal forma que comenzó a sonar su imparable sirena, me acordé del día del tablero, y que lo había posteado acá.
Me parece que ahora todas las sirenas me van a recordar este blog, ¿cómo zafo de eso?