Velando por el bien común

Una señora, con su hijito de 4 años, está comiendo en un restaurante.

En un descuido, el chico mete una moneda en la boca y se atraganta...

La madre intenta hacerle escupir la moneda golpeándole la espalda, dándole palmadas en el cuello, sacudiéndolo, sin éxito.

El chico comienza a dar muestras de asfixia y la madre, desesperada comienza a gritar pidiendo auxilio.

Un señor canoso se levanta de una mesa cercana, y con pasmosa tranquilidad, sin decir palabra alguna, le baja los pantalones a la criatura, toma sus pequeños testículos, los aprieta con fuerza, y tira hacia abajo violentamente.

Al mismo tiempo, le mete el dedo mayor en el culo varias veces.

Automáticamente, el niño -ante el dolor irresistible- escupe la moneda, y el señor, con la misma pasmosa tranquilidad con la que se acercó, regresa a su mesa y se limpia su dedo con una servilleta sin decir palabra.

Al rato, la señora, ya tranquilizada, se acerca para agradecerle que haya salvado la vida a su hijo (aunque éste viene caminando de rodillas, con una mano agarrándose los genitales y con la otra frotándose el culo), y le pregunta:

- ¿Usted es médico?

- No, señora, no soy médico... soy el Ministro de Economía Danilo Astori...